Los escasos restos de la ermita de las Santas Justa y Rufina en Gargallo están al pie de una pronunciada cuesta (que se llama de Santa Justa), a un lado del sendero que baja hacia el río Escuriza en dirección a Crivillén.
Es fácil localizarla, aunque las zarzas van poco a poco cubriendo el arco de medio punto y el arranque de alguno de los arcos que articulaban el espacio. Se trataba de un sencillo edificio rectangular con tejado a doble vertiente que en 1785 todavía estaba “firme y decente” y en el que se solía decir misa el día de las santas.
En las visitas pastorales de 1805 y 1849 hay una referencia a la ermita de las santas Justa y Rufina, sin rentas, que estaba profanada y sobre la que el cura tenía el parecer de “cerrarla para siempre”.
Gargallo es uno de los pocos pueblos de Aragón que contaba con un templo consagrado a estas mártires, dos hermanas sevillanas encarceladas y torturadas por no adorar ídolos paganos. Muchas ermitas situadas en puntos de incómodo acceso, o dedicadas a advocaciones que no fueron fomentadas por las autoridades eclesiásticas tras el concilio de Trento, fueron progresivamente desmanteladas. A esta pauta se sumó la pobreza sufrida durante décadas que hizo muy difícil a los ayuntamientos y a los devotos el mantenimiento de los templos.
Bibliografía