Los oratorios domésticos, de los que solo se ha encontrado un caso en la comarca Andorra-Sierra de Arcos (fundado en el siglo XVII en Andorra), eran pequeñas capillas instaladas en algunos edificios nobles que proliferaron entre mediados del siglo XVII y el XVIII.
Existía otra modalidad de oratorios, los oratorios rurales, de los que también se encuentra algún ejemplo en Andorra. Concebidos para celebrar misa en fincas agrícolas alejadas de la parroquia, en ellos, junto a los dueños, tenían cabida los trabajadores. Según apunta Generoso Vázquez, hubo un altar de Nuestra Señora del Carmen “en el Mas de López, a cuatro kilómetros del pueblo”, y otro del Niño Jesús, “en la torre de doña María”.
Los oratorios domésticos requerían licencia eclesiástica y eran una seña de distinción social, un privilegio al que solo tenían acceso personas de acreditada nobleza. La capilla debía establecerse separada de otras dependencias y para conseguir la licencia había que alegar enfermedad, edad avanzada, lejanía de la iglesia u otras causas que justificasen la pretensión, pero en ocasiones era una forma de cumplir con el precepto sin mezclarse con el estamento popular.
Las visitas pastorales que los arzobispos o sus delegados realizaban periódicamente a las parroquias de la diócesis y que aportan, como sabemos, información sobre la iglesia, las cofradías, las capellanías, las ermitas, etc., preguntaban también sobre la existencia de oratorios privados. En la realizada a la parroquia de Andorra en 1771 se respondió que había uno en “casa de don Antonio Ardid, llamada de Lope. Ya no se usa, ni tiene vigente privilegio, título o licencia”, y hay referencias similares en varias visitas posteriores.
Este oratorio se había fundado en casa del infanzón José Domingo Lop Aranguren en el siglo XVII, fue consagrado a san Francisco Javier y estaba blasonado con las armas de la familia.
María Lop fue bautizada en esa capilla y en 1694 celebró en ella su boda con Diego Ardid, miembro de una familia noble asentada en Alcañiz y Valdealgorfa.
El altar se retiró por orden arzobispal en 1776, como otros en esa época.
Bibliografía