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Los barberos

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Barbería de Pablo Loscos Burillo, en Alloza.

El oficio de barbero es el de la persona que tiene como profesión el arreglo, corte y aseo de la barba y cabello masculinos.

 

Hasta que se generalizó el uso de las maquinillas de afeitar con hojas desechables, el uso de la navaja barbera por parte de un profesional era un servicio muy demandado, por lo que las barberías eran un negocio habitual en muchos pueblos.
En nuestra comarca Andorra-Sierra de Arcos todos los pueblos contaron con barberos.


Pablo Loscos, barbero en Alloza, explicaba en una entrevista publicada en 2019 en el Boletín de Cultura e Información (a la que se puede acceder desde la bibliografía abajo citada) algunos detalles del oficio.

A Pablo Loscos le enseñó el oficio su padre, al que empezó a ayudar en la barbería con 9 años: remojaba las barbas de los clientes y los preparaba para que su padre acabara el afeitado con la navaja. A los 11 años realizó su primer afeitado (recuerda que fue a un cliente habitual, al que no le cobraron por haberse arriesgado).
Su abuelo también era barbero, tuvo la barbería en varias calles, el último local en la plaza de España de Alloza, allí se cortaba el pelo y se afeitaba, pero a la vez era un lugar de reunión para los hombres al volver del trabajo, que, mientras esperaban su turno, mantenían sus tertulias.
En las barberías se ponía una señal como cartel anunciador que fue variando con los tiempos: su abuelo tenía la bacinilla, su padre unos yelmos en pequeño y Pablo ya utilizó el dispositivo rojo, blanco y azul que giraba.

Normalmente los clientes iban a la barbería, pero él también se desplazaba a los mases y si había algún enfermo iba a la casa, eso sí, usaban otra navaja distinta y desinfectaban con alcohol.
Hoy su hijo Joaquín sigue con el oficio, pero en Andorra.

Barberos y barberías en el siglo XX en la comarca Andorra-Sierra de Arcos

En Alacón: Doroteo Alquézar Lázaro; Francisco Andreu Burillo, que ejerció hasta su jubilación en 1969 y su hijo, Francisco Andreu Burillo, que continuó hasta su muerte, en 1999.
En Alloza, en el año 1934 había tres barberías: la de Modesto Baeta, la de Felipe Félez Baeta y la de Pablo Loscos Burillo (su hijo continúa el oficio en Andorra).
En Andorra: la barbería de Francisco Félez Blasco, la de Gayán, la del tío Rito, la del tío Agustín el Vivo, la de Bielsa, la de Arcadio (padre e hijo), la de los Dracos, la de Mauricio, la de Fabio el Mudo y Los Mansicos, de Jesús Gracia.
En Ariño: los hermanos Juanito, José y Manuel Blesa, José Izquierdo, Luis Blesa y Ulpiano Gracia, que era barbero, cartero y lucero.
En Crivillén: Joaquín Moreno Belmonte, don José el practicante, Teodoro y su aprendiz Pedro Lecina, el tío Valentín y Alfredo.
En Ejulve: Pablo Michela.
En Estercuel: el Chato el Barbero.
En Gargallo: Isidro García y Ponciano Iranzo.
En Oliete: (en 1916) Miguel Albero Oliete y Juan Bautista Espín García. (En 1932): Miguel Albero Oliete, Tomás Nebra Rodrigo y José Abad Gimeno (hasta su jubilación en la década de los 50). En la década de los 40 se unen Miguel Blasco Magallón y Julio Pastor Alfonso. En el año 1947 se incorporó Miguel Laudo Villuendas, que continuaría hasta finales de la década de los 50. En 1958 se incorporó Alfredo Andreu Burillo (hasta su jubilación en 1998).

Unos datos históricos sobre los barberos

En hallazgos arqueológicos de yacimientos de la prehistoria se han encontrado útiles de barbero. lo que nos indica que este oficio es tan antiguo como la humanidad.
Entre los egipcios llevar barba estaba reservado a los reyes y a los dioses. De modo que, en general, los hombres se afeitaban totalmente la cara y el cráneo. Los sacerdotes, por su parte, practicaban el afeitado integral como signo de pureza.
Poco tiempo después, en Grecia había salones reservados al género masculino, donde los barberos se ocupaban de barbas y melenas onduladas, muy en boga en aquella época. Los locales se convirtieron poco a poco en lugares de encuentro de la alta sociedad griega.
Hubo que esperar a la aparición del Imperio romano para que este oficio fuera importado de las colonias griegas a Europa Occidental. En Roma volvió a estar de moda el rostro lampiño y proliferó el oficio de los llamados tonsores, que se dedicaban principalmente al afeitado.
En la época medieval europea además de ocuparse de las barbas y el pelo hacían sangrías y extraían muelas, lo que dio lugar a interminables pleitos con los cirujanos, hasta que una Real Orden en el siglo XIX les prohibió de manera terminante estas últimas actividades y pasaron a ocuparse solo de las barbas y el pelo.

Referencias bibliográficas

  • Sarto Fraj, Pilar y Villarroya Bullido, Pilar, "Los barberos", BCI (Boletín de Cultura e Información) n.º 35, Andorra, CELAN, diciembre 2019.
  • Artignan, Jean, La guía práctica de la barba, La Esfera de los Libros.

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