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El Castelillo (Alloza)

El Castelillo yacimientoEl Castelillo de Alloza es un yacimiento ibérico (ibérico pleno-ibérico final-iberorromano, 500-475 a 218 y 218-44 a. C.), situado a 2 kilómetros del pueblo de Alloza, en la ladera de un cerro escarpado, por lo que las estructuras exhumadas en su parte más elevada se encuentran muy erosionadas y en mal estado de conservación. Desde 1951 a 1962 se han realizado en él siete campañas de excavación (Ortego Frías, Almagro Basch y cinco de Purificación Atrián Jordán, la arqueóloga de referencia respecto a este yacimiento cuyos informes se publicaron en la revista Teruel1.

Campañas de Purificación Atrián en El Castelillo

Tras la primera campaña Pura Atrián describe minuciosamente las habitaciones y materiales de construcción, el material arqueológico (los adobes de barro; los molinos, mortero y hachas de piedra; las hachas, picos o espadas de hierro (muy fragmentados); los restos de cobre (una esfera, anillos, fíbulas) y hueso (punzones, agujas o el fragmento de un silbato) y, sobre todo, la rica y abundante cerámica.

Deduce que "el poblado estaría en su época de esplendor hacia los siglos III-II a. J. C., como lo demuestra el desarrollo de su cerámica ibérica, que llegó a alcanzar una extraordinaria riqueza en sus temas ornamentales, que lo unen pero que a la vez lo independizan de los alfares de Azaila.

 

En las siguientes campañas (años 1957 y 1958) se avanza hacia el flanco oeste y se procede al estudio de la distribución de las "habitaciones". Aparecen otro tipo de objetos, como placas de hierro, clavos, algún pico o una "figurilla de barro, incompleta, seguramente representando algún animal del que sólo se conservan las patas delanteras y parte del cuerpo". O aún más interesantes, porque revelan que se realizaban trabajos artesanales, numerosas pesas de telar de los tipos "pondera" o "fusaiolas".

 

En las dos últimas campañas, la cuarta y la quinta, que tuvieron lugar en los años 1961 y 1962, continúan los trabajos por la ladera sur y por las viviendas más altas del cabezo. Pocas novedades ya, aunque a los tipos de restos conocidos se suman una hebilla de cobre, un hacha de piedra basáltica. Y, sobre todo, el estudio de algunas viviendas particularmente curiosas, incluyendo los restos de techumbres, de cañas, juncos y barro. Además, se realiza el descubrimiento de un silo para almacenar el grano, que se suma al anterior de un horno, ambos fundamentales lugares públicos y de uso colectivo.

Entre los objetos más singulares se encuentra una "pequeña figurita de caballo de 8'5 cm de altura por 6 cm de largo, es de barro de buena calidad de color muy rojizo sin impurezas y bien trabado, aunque está modelado algo toscamente".

El yacimiento y su cerámica

El yacimiento no es recuperable por el deterioro sufrido, tanto por la erosión, al tener una gran pendiente, como por la acción de los furtivos. Se puede ver la traza de un muro defensivo, junto al camino de Ariño, y en la cara noreste aparece lo que pudo haber sido un pozo. El resto de las estructuras exhumadas, sobre todo las de la cara norte, excavadas en la primera campaña, no se identifican apenas con las fotografías que en su momento se realizaron. Se supone que el poblamiento se extendió también por la base del cabezo.

 

Lo más significativo del yacimiento fueron los restos cerámicos. Su calidad en las pastas y ejecución es semejante a las de otros yacimientos ibéricos del norte de la provincia; sin embargo, la decoración de sus vasijas otorga a este yacimiento una importancia reconocida por los estudiosos de la cultura ibérica en la cuenca del Ebro.

Además de las decoraciones que se prodigan en toda el área ibérica –cenefas, roleos, ondas, bandas paralelas, “dientes de lobo”, etc.– la singularidad la aportan las escenas de situaciones que nos informan sobre los modos de vida de los pueblos ibéricos. Así, tenemos la representación del poder, con el hombre sentado en una silla con un bastón de mando; los guerreros, con diferentes escudos, jinetes lanceros, fauna animal diversa –búhos, palomas, buitres, caballos, etc.–. Es interesante la representación de buitres alimentándose de un ciervo muerto.

 

Entre los materiales de hierro, hay que destacar la existencia de clavos, placas, una azuela, escorias, etc., que denotan una actividad en el cabezo relacionada con la metalurgia, confirmada por el hallazgo de una estancia con numerosas escorias de fundición.

 

Todos los autores que han estudiado el yacimiento lo sitúan en la fase temporal del Ibérico Antiguo y su final se puede determinar a partir del grueso estrato de cenizas y materiales quemados que Purificación Atrián constata en sus estudios, distribuida por toda la extensión del yacimiento. Posiblemente, fue el general Romano Sertorio quien destruyese el asentamiento, tal como lo hizo con el cabezo de Alcalá, de Azaila, El Cabo de Andorra y otros yacimientos de la contornada, entre los años 76 y 72 a. C.

 

El Centro de Interpretación El Castelillo de Alloza (que forma parte de la Ruta Iberos en el Bajo Aragón), dedicado a la cerámica íbera decorada, incluye reproducciones de cerámicas halladas en el yacimiento del mismo nombre, actualmente depositadas en el Museo de Teruel.

Un kalathos de El Castelillo

El Castelillo kalathos Museo Teruel

Fotografía de Jorge Escudero

(en la ficha disponible en el Museo de Teruel)

En el inventario del Departamento de Arqueología del Museo de Teruel, se describe una de las piezas fundamentales, un kalathos datado en 300[ac] = 101[ac] (s. II a. de C.). Altura = 37 cm; Anchura = 4,50 cm; Largo = 33,30 cm. Pared: Grosor = 1,10 cm. Técnica a torno, pintado.

 

“Fragmento de vaso de cerámica ibérica, con paredes rectas y borde plano saliente, decorado con dientes de lobo e inscripción a lo largo de todo el borde. La ornamentación de la parte conservada está compuesta por dos escenas, separadas por un motivo escaleriforme. En la primera de ellas se aprecia parte de dos équidos que preceden a cinco figuras humanas, cuatro de ellas con escudo oval y la quinta figura sentada sobre silla de alto respaldo con bastón en la mano.

A la derecha del motivo escaleriforme, en la otra escena, se muestran dos guerreros en actitud de luchar. Debajo de ellas aparece la figura de un toro mirando a derecha, con la imagen silueteada, extremidades delgadas y cola con indicación del pelaje y ojo, con círculo en reserva con punto central. La cornamenta aparece representada con perspectiva torcida. Delante de su cabeza motivo estilizado incompleto.
La escena ha sido interpretada como un enfrentamiento bélico, y también como un duelo heroico, celebrado al son de la música, que quizás corresponda a un juego funerario que acabaría con la muerte de uno de los combatientes, como acto de entrega al difunto. El combate singular es el símbolo máximo del aristócrata, el reflejo de su unión con la divinidad.

El personaje sentado y con un bastón en la mano es habitualmente interpretado como un personaje relevante, posiblemente un régulo, aunque hay que citar que también ha sido considerado como un pastor al cuidado del bóvido que se encuentra delante de él. Sin embargo, esta última interpretación no parece la correcta, teniendo en cuenta el tipo de representación en la que se encuentra.

El ibero construye en sus representaciones pintadas un complejo sistema simbólico, utilizando un limitado repertorio de signos sencillos y elementales. Un elemento aislado (flor, un círculo, una representación de un animal...), apenas posee un solo significado, pero adquiere significaciones nuevas al combinarse con otros elementos. Las imágenes ibéricas no suelen reflejar escenas cotidianas, sino un mundo sagrado y aristocrático.

En el borde del kalathos, hay una inscripción: kaikotekilsenkite.s.*[

Nota

 1 Atrián Jordán, Purificación: "Primera campaña de excavaciones en el poblado ibérico de El Castelillo (Alloza, Teruel)", Teruel, n.º 17, Teruel, 1957. "Excavaciones en el poblado ibérico de El Castelillo (Alloza, Teruel). Segunda y tercera campañas"; Teruel, n.º 22, Teruel, 1959 y "Excavaciones en el poblado ibérico de El Castelillo (Alloza-Teruel). Cuarta y quinta campañas", Teruel, n.º 36, Teruel, 1966.

Referencias bibliográficas

  • Jueves, 23 Junio 2022

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