Centro de Estudios Locales de Andorra
(Reproducción íntegra del artículo firmado por Vicente Carbonell, con fotografías de Julio García-Aráez, citado en la bibliografía)
En nuestra visita a los mases de Estercuel nos acompañan José Rubio Miedes y Antonio, hijo del tío Julvino, cuyos padres pasaron juntos buenas veladas en la masada de La Codoñera. José y Antonio eran amigos desde críos, porque José durante la semana iba a la escuela de Los Mases de Crivillén y se quedaba en casa de Antonio; algunos fines de semana, era Antonio el que acudía a la casa de José y jugaban juntos.
Nos explican que en realidad en Estercuel no se vivía de forma habitual en las masadas; lo normal era acudir a temporadas, en la época de siembra y en la de recolección, cuando había trabajo. Lo normal era estar allí unos días y volverse a casa, ya que las distancias no son grandes.
Visitamos los distintos mases, aunque están en mal estado muchos de ellos, el único mas que está en buen estado y tiene una historia peculiar es “La Casa de la Codoñera”.
Realmente, era la casa donde vivían los guardas de la finca del mismo nombre. Es la única masada en la que vivía de forma habitual toda la familia. Además de guardar la finca, por lo que cobraban un pequeño sueldo, trabajaban algunas tierras de labor de secano y algún trozo de tierra de regadío, aunque esta última no pertenecía a la finca de La Codoñera, sino al Sindicato de Riego. Poco a poco, se fueron haciendo con un ganado propio. Con esto y lo que sacaban de la tierra podían “ir tirando”.
Los dueños de la finca en la época en que vivía allí José Rubio Miedes eran don Zenón Giménez Ridruejo y don Aniceto Cervera, que era ingeniero de montes. El padre de José era el guarda de la finca y allí vivía con toda su familia.
El mas de La Codoñera tenía una casa grande, donde habitaba la familia que la regentaba. Siempre había una habitación preparada y reservada para los dueños si venían de caza o de visita.
Además de los corrales para los animales, había uno donde estaban las caballerías.
Durante bastante tiempo tuvieron animales para el sustento diario y para vender alguno y poder sacar algún dinero para comprar ropa, utensilios y para algunos gastos extra. Nos cuenta José Rubio que recuerda ver por allí cabras, ovejas, cerdos, conejos, pavos, pollos y gallinas. Al principio estaban sueltos y les echaban de comer por la parte de afuera de la casa y de los corrales, pero hubo un tiempo en que los tuvieron que encerrar porque “las zorras estaban viciadicas con las gallinas”.
Eran autosuficientes: con los animales por un lado, el cereal por otro, la verdura del huerto y el pan que hacían en su horno propio tenían prácticamente resuelto el asunto de la “manduca” cada día. Además, todos los años, como en casi todas las casas del pueblo, hacían la matanza de varios cerdos y preparaban el mondongo para pasar el crudo invierno de aquellos años.
Es curioso que entonces, en torno a 1945, se cosechaba por estas tierras bastante uva, por lo tanto también se elaboraban su propio vino para todo el año. Sin embargo, aunque la comida y la bebida no les faltaba, tampoco les sobraba.
Nos cuenta nuestro amigo José que era muy frecuente que los maquis de la zona bajaran a buscar comida y bebida para poder aguantar. También entraba a la finca la Guardia Civil, que con la excusa de vigilar y controlar los alrededores, también pedían. La diferencia entre unos y otros era que los segundos exigían matar el mejor pollo, sacar jamón y buen vino. En aquella época todo esto suponía una carga tremenda para los trabajadores de la finca y al final era muy complicado mantenerse, casi no se podía subsistir “con tanta visita”.
Nos va relatando José que entre el año 1944 y 1945 a todos los que estaban en los mases del término, se los llevaron a Estercuel de forma obligatoria, solo dejaron a los trabajadores de La Codoñera.
En esta finca nunca hubo agua corriente, por esta razón en aquella época tenían que realizar un par de viajes al día para traer agua para dar de beber a los animales y para el uso doméstico. Más tarde la subían desde un pozo hasta la finca. Por supuesto nunca llegó la electricidad, ni entonces ni ahora.
Llegando a este punto os comentaremos una anécdota más que nos relató nuestro guía por estas tierras de Estercuel: en los pueblos de alrededor -Crivillén, Los Mases, Gargallo- en aquella época, tenían un gran problema con la escasez de leña, puesto que se gastaba mucha y no era abundante. Por esta razón el guarda de la finca tenía en cada pueblo una persona de confianza al que le daba “vales” para que la gente del pueblo pudiera coger ordenadamente la leña seca de la “corta” de ese año, era como una especie de privilegio con esos elegidos.
De despedida nos cuentan una anécdota de sus padres: a veces coincidían en la masada y ese día charraban tanto rato y tan a gusto que después de bien comidos y bebidos, se asomaban a la puerta y decían: ¡Qué nevada, adentro otra vez!, y sin darse cuenta ya era de día, así que el tío Julvino o aprovechaba y se quedaba ya toda la jornada o se volvía a su casa, en Los Mases de Crivillén con más sueño que sed.
Situado en el barranco el Moro. Tenía huerto y animales. Aquí vivió el tatarabuelo de José Rubio Miedes y el propio José estuvo cinco años antes de subir a La Casa de la Codoñera, donde permaneció hasta los veinticinco años.
Parte de la chopera que vemos hoy en día, entonces eran fincas de cultivo de regadío, porque tenían el río y dos acequias, una por cada lado, que permitía abastecer de agua los cultivos.
Nos dicen que entonces el río estaba muy limpio y se podían pescar muchos barbos.
Llamado así porque el dueño, ya de joven, tenía problemas de vista.
En este mas, vivió una familia hasta 1955. En realidad eran dos masadas, una junto a otra y trabajaban cultivos de regadío, al lado del río.
El mas está situado cerca del río, frente a la Peña Amarilla y la Peña la Muela, donde en más de una ocasión, se alojaban los maquis y bajaban a por comida.
Funcionaba como una masada a efectos de vida de los que la habitaban. Era un molino harinero.
Nos cuenta el padre Joaquín Millán Rubio que en 1928 compraron los monjes el molino a 39 aparceros, para poder recomprar lo que en su tiempo fueron terrenos del monasterio, tras la desamortización y la vuelta al mismo. Se construyó una central hidroeléctrica para dar luz al monasterio, en 1948. Por el día se molía y por la noche se daba luz al monasterio. Los molineros eran de Crivillén, los Aced, “estiraban a veces la molienda y les daban la luz más tarde de lo estipulado”.
Hay una serie de mases que recorrimos y fotografiamos, aunque no nos pudieron dar más información que su nombre: mas de la Paridera, mas del barranco el Horno, mas el Baurro y mas de los Marianicos, este último en la Cañada de la Cueva.
EL CELAN (Centro de Estudios Locales de Andorra) tiene como objetivo la investigación y estudio de los diferentes aspectos de la realidad cultural de Andorra y su ámbito comarcal, así como la defensa del Patrimonio Artístico e Histórico.
La actual organización del CELAN fue aprobada en la Asamblea General de Socios de febrero de 2001. Los órganos directivos -como las de cualquier organización- son la Asamblea General de Socios y la Junta Directiva.
El Centro de Estudios Locales de Andorra (CELAN) comenzó su andadura en la primavera de 1999. Sus miembros fundadores proceden básicamente del Departamento de Geografía, Historia y Ciencias Sociales del I.E.S “Pablo Serrano” de Andorra y de la Universidad Popular de Andorra.