Centro de Estudios Locales de Andorra
Médico titular en Andorra a finales del siglo XIX, descubridor del resolutivo Trabmull
Josep Llombart i Pagès, hijo de Joan Llombart Pou y Celestina Pagès Bataller, nació en Cabanes (Girona) el año 1857. Después de cursar el bachillerato en el instituto de Figueras, finalizó la licenciatura de Medicina a los 22 años en la Universidad de Barcelona, obteniendo el título el 7 de agosto de 1880.
Ese mismo año se casó en Cabanes con Elvira Pou Anglada. Inició su actividad profesional en el municipio de Oristà, próximo a Vic, donde permaneció poco tiempo, desplazándose después al partido de Palau-Saverdera, donde ejerció como médico. Entre 1883 y 1884, bautizó a dos hijos, Tomasa y Joan, en Cabanes, y en 1887 a un niño, Vicenç, en Palau-Saverdera.
Más adelante toda la familia se trasladó a la localidad de Andorra (Teruel), donde ejerció de médico titular y donde desarrolló sus investigaciones farmacológicas.
Pocos datos se tienen de su estancia en la localidad, pues los que se hubieran podido encontrar en el Archivo Municipal de esa época desaparecieron durante la Guerra civil, al igual que sucede con los del Colegio de Médicos de Teruel.
Sí que queda constancia de su presencia y actividad profesional en Andorra en los censos electorales de 1897 y 1899, aunque con su nombre castellanizado, José Llumbar Pages.
En 1901 Josep se dio de alta en el Colegio de Médicos de Girona y desde esta fecha hasta su muerte, el 13 de febrero de 1905, ejerció de médico en Cabanes.
A finales del s. XIX se detecta en el campo de la terapéutica una cierta tendencia a un progresivo abandono de la llamada “fórmula magistral”, que se ve sustituida como remedio farmacológico por la irrupción de los específicos, que alcanzan una notoria popularidad a principios del siglo XX. En este contexto tiene lugar en Andorra (Teruel) la invención del resolutivo Trabmull por el médico-cirujano ampurdanés Josep Llombart i Pagés.
Durante su carrera profesional, José Llombart se dedica a la investigación de nuevos productos terapéuticos. Según información procedente del ámbito familiar, obtuvo diversos preparados, pero ninguno alcanzó la importancia del Trabmull, denominación que, como era habitual en la época, responde a la pronunciación del apellido del autor escrito al revés.
En la publicidad del producto (inscrito con el número 3992 en el Registro de la Inspección General de Sanidad) consta exclusivamente la formulación del 50 % del producto: silicato de potasa al 49 % disuelto en agua, mezclado con cola de pescado al 1 % para facilitar su fijación.
Hacia 1895, para demostrar las cualidades terapéuticas del producto, convocó en su domicilio de Andorra a las autoridades del pueblo, un notario y varios médicos venidos de Zaragoza, ante los cuales realizó la siguiente demostración: derramó sobre uno de sus brazos un cazo de agua hirviendo, aplicándose inmediatamente el medicamento de su invención. El resultado fue sorprendente, pues la acción del preparado evitó la formación de ampollas. Los asistentes dejaron testimonio del resultado de la experiencia mediante un certificado, que por desgracia se extravió durante la Guerra Civil.
Un erudito local de Andorra, Ángel Cañada Giner, recogía este suceso en el boletín Cierzo publicado en Andorra: “No crean nuestros lectores que el Trabmull fue un hecho anecdótico más entre los cientos de remedios curativos ensayados en aquellos años, no. Lo ensayó no sólo con nuestros abuelos, sino que, para demostrar las cualidades terapéuticas de su producto, convocó en su casa a las fuerzas vivas de nuestro pueblo, ante quienes a su fiel criada Martina le hizo derramar sobre su brazo izquierdo un cazo de agua hirviendo, aplicándose inmediatamente su Trabmull, ante la mirada atónita de los presentes, quienes en días sucesivos fueron comprobando la eficacia de su medicamento”.
Recogía también en dicho boletín, cómo una interna de la residencia de mayores de Andorra, que contaba 90 años en 1989, le había comentado que su madre, cuando ella se tenía que desplazar a estudiar en un colegio de religiosas de Zaragoza, siempre ponía entre sus cosas un frasco de Trabmull para que se lo aplicase sobre las heridas de los sabañones producidos por las estufas y braseros, únicos medios de calefacción en aquellos años.
El prospecto que acompañaba al medicamento detallaba sus propiedades: “El Trabmull obra por sus propiedades isquemiantes, analgésicas, antitérmicas y antisépticas. Como todas las inflamaciones se caracterizan en un principio por un aumento de sangre, en el sitio donde están localizadas, por calor, dolor, etc., la manera de obrar de Trabmull es reducir este exceso de sangre a su cantidad normal por su propiedad isquemiante, quitando así el elemento sostenedor de la inflamación, haciendo desaparecer el dolor y demás síntomas por sus propiedades analgésica y antitérmica, y por su cualidad altamente antiséptica destruye los gérmenes productores de la inflamación, en unos casos, y evita su desarrollo en otros, estando por lo tanto, indicado el Trabmull en todas las inflamaciones externas, cualquiera que sea la causa que las haya producido; Contusiones por fuertes que sean (golpes, caídas); Quemaduras de primer y segundo grado; las escaldaduras curán completamente antes de 24 horas; Torceduras, Erisipelas, Orquitis, Tumores de los pechos de las señoras recién paridas; Sabañones no ulcerados; Almorranas externas, infartos agudos de las glándulas salivales y de los ganglios superficiales (vulgo tumores); Hernias, Picaduras de mosquitos, abejas, etc.; Dolor de muelas producido por la inflamación de la encía, etc., etc.”.
Previamente a la comercialización del preparado J. Llombart solicitó el refrendo de otros médicos a los que envió muestras del Trabmull para experimentación con sus pacientes. Recibió unas ciento cincuenta certificaciones que daban fe de los resultados positivos obtenidos mediante la aplicación del producto.
Con estos informes favorables Josep Llombart inició la distribución del resolutivo.
La fase de explotación se consolida a partir del año 1900 residiendo el médico ya en Cabanas. El propio Josep lo fabricaba como “José Llombart, Productos Químicos y Farmacéuticos, Cabanas” y se comenzó a distribuir en el año 1902 por un farmacéutico de Figueras con notable éxito.
A la muerte del inventor en 1905, sus herederos deciden vender los derechos de fabricación del medicamento a Rafael Valdés Cavanilles.
Desde 1906, a través del Laboratorio Valdés-Cardín, el Trabmull, que difundió el preparado mediante una amplia campaña publicitaria, se distribuyó por toda España e, incluso, internacionalmente llegando a Argentina, México, Cuba...
Parece ser que el específico dejó de fabricarse durante la Guerra Civil.
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