Centro de Estudios Locales de Andorra
Sandalio Aznar Tello (2 de mayo 1935-19 de diciembre de 2017).
Sacerdote andorrano, fue canónigo del cabildo metropolitano de Zaragoza.
Nació en la calle Candela, número 10, de Andorra. Se le puso el nombre de su padre –su madre era Emilia Tello– y tuvo dos hermanos: Enrique y Miguel. Asistió en la villa a las escuelas, donde aprendió a leer con Pilar Clemente; fueron también sus maestros en párvulos don Joaquín Dolz y don Manuel, y luego acudió a las escuelas de la República.
A los 11 años marchó al Seminario Menor de Alcorisa. Allí estudió cuatro años de latín y luego, ya en el de Zaragoza, uno más, pues al siguiente cayó enfermo, por lo que volvió a Andorra y estuvo recuperándose durante dos cursos. Estudió de nuevo, dos años de Filosofía y cuatro de Teología.
Ya con unos 20 años se traslada a Vitoria para terminar allí los estudios superiores. Ordenado sacerdote en Zaragoza un 18 de julio de 1960, era arzobispo Casimiro Morcillo, su primera misa fue en el Seminario de San Carlos, de Zaragoza. Fueron sus padrinos su hermano Enrique y su madre, y “padrinos de manos” sus tíos Miguel y Palmira; el misacantano fue asistido por dos sacerdotes andorranos, los hermanos Aguilar: mosén Vicente, director espiritual del Seminario Metropolitano, y mosén Carmelo, párroco de Andorra (y su coadjutor, don Leandro Lop). Y predicó otro andorrano más, el dominico P. Emilio Sauras, maestro en Teología.
Coadjutor de Ejea tres meses. El arzobispo Morcillo lo envió a Roma, donde estuvo cinco años, viviendo en el Colegio Español y graduándose como doctor en Teología en la Universidad Gregoriana de Roma, y en Estudios Patrísticos por el Pontificio Instituto Oriental. Pasó varios veranos en Alemania, para aprender el idioma y colaborar con una parroquia donde solían ir españoles.
Al regresar finalmente a España, sabía, además de italiano y latín, francés y alemán. Fue destinado un par de años a un pequeño y alejado pueblo, Villafeliche contactando con “la gente de a pie, en un pueblo pequeño”.
Pasada esa experiencia, marcha ya para siempre a la capital diocesana, Zaragoza, donde es director espiritual del Colegio Hispano Americano (luego Sagrada Familia), profesor de Religión en la antigua Normal y, finalmente, de Patrología en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón y director del Instituto Universitario de Teología y Ciencias de la Religión de la Universidad de Zaragoza. Además, durante mucho tiempo, fue delegado diocesano de Pastoral Universitaria (y por ello capellán del Colegio Mayor Pedro Cerbuna), trabajando en organizaciones apostólicas diocesanas con jóvenes.
Finalmente, opositó en 1975 al cargo de canónigo del Pilar, entrando a formar parte del cabildo metropolitano de Zaragoza, del que fue secretario durante 20 años.
En 1979 fue nombrado juez prosinodal y delegado episcopal para la revisión y aprobación de ediciones de libros. Aunque cesó en la docencia al cumplir 65 años y como canónigo presentó carta de jubilación al arzobispo a los 75, este le animó a continuar, por lo que participaba en algunas de las comisiones del cabildo.
Sus exequias se celebraron el 21 de diciembre de 2017 en el altar mayor del Pilar.
El principal bloque de sus trabajos lo conforman los estudios sobre patrística antigua y en torno a san Braulio y su tiempo. El fulgor de una época es el título de su principal libro, publicado en 1986 (Zaragoza, Heraldo de Aragón, 160 páginas.
Tiempo antes había escrito algunos artículos para la sección patrística de la Gran Enciclopedia Rialp: “La unidad eclesial católica y el obispo en los tres primeros siglos cristianos” y “Los obispos de la sede cesaraugustana en la España visigoda del siglo VII”.
Dedicó la lección inaugural del curso académico 1984-85 al tema Los obispos de la sede cesaraugustana en la España visigoda del siglo VII (1986, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Zaragoza).
Publicó Los artículos “San Braulio y la cultura visigótica” (en Aragonia Sacra vol. 7/8,1992/93, pp. 135-153) y “El cristianismo aragonés en la época visigótica” (en Revista Aragonesa de Teología vol. 6, 1997, pp. 57-66).
Luego, abordando otras perspectivas, publicó en 1997 Y vio que era bueno. Estudio sobre la actualización del lenguaje teológico, con dos profesores de la Universidad de Zaragoza: la catedrática de inglés Carmen Olivares Rivera y el filólogo y escriturista Macario Olivera Villacampa (editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Zaragoza, 140 páginas).
Colaboró en el libro El milagro de san Macario (Junta de San Macario, Andorra, 2012) y tres años después en La ermita del Pilar de Andorra (2015), con el capítulo “El Pilar de Andorra”, haciendo referencia a la relación del cabildo metropolitano de Zaragoza con las tareas de restauración y divulgación.
EL CELAN (Centro de Estudios Locales de Andorra) tiene como objetivo la investigación y estudio de los diferentes aspectos de la realidad cultural de Andorra y su ámbito comarcal, así como la defensa del Patrimonio Artístico e Histórico.
La actual organización del CELAN fue aprobada en la Asamblea General de Socios de febrero de 2001. Los órganos directivos -como las de cualquier organización- son la Asamblea General de Socios y la Junta Directiva.
El Centro de Estudios Locales de Andorra (CELAN) comenzó su andadura en la primavera de 1999. Sus miembros fundadores proceden básicamente del Departamento de Geografía, Historia y Ciencias Sociales del I.E.S “Pablo Serrano” de Andorra y de la Universidad Popular de Andorra.