CALACEITE
Calaceite, capital cultural de la comarca del Matarraña, está declarada Bien de Interés Cultural desde el año 1974. Comenzamos su visita desde las escuelas que conservan la primitiva construcción de tiempos de la Segunda República, su patio además hace las funciones de parque público. Cercana al mismo está la que fue vivienda de La ceramista Teresa Jassá, ( 1928-1999), construida sobre el viejo molino de aceite del siglo XIV y del que todavía se conservan la base de las muelas de moler y los pilares de fijación de las vigas de la prensa.
Entrando por la calle mayor hay varias casas del siglo XVIII con portadas de piedra, escudos, grandes balcones, verjas y picaportes. La calle desemboca en la Plaza de España, donde destaca el ayuntamiento del siglo XVII, (1609-1612), y en cuyos bajos se encuentran la lonja y la cárcel.( Enclavada en la ruta de cárceles del Matarraña). El cantero fue el alcañizano Pedro Pizarro. Esta plaza fue llamada del “Sitjar”, (De los silos), porque era donde se guardaba el cereal que había sido entregado como pago de tributos. Estos silos los podemos contemplar en el Hotel Sitjar, www.hoteldelsitjar.com a través de un suelo de cristal. La casa Jassá, en la plaza, junto con la casa Moix fueron reproducidas en el Pueblo Español de Barcelona con motivo de la Exposición Universal de 1929. En la casa Jassá se encuentra una vara de medir, adosada a una de sus columnas. La casa Moix divide la subida de les Roquetes en dos calles y tiene una gran balconada con ménsulas decoradas cubriendo la esquina.
En la parte más alta del pueblo nos encontramos la Plaza de los Artistas, dedicada a un numeroso grupo de estudiosos, escritores y artistas que recalaron en Calaceite. Atraídos por los arqueólogos Juan Cabré y Santiago Vidella acudieron otros como Henri Breuil, Pere Bosch, Antoni M. Alcover y Francesc Moll. En la década de los setenta escritores y artistas como José Donoso, Mauricio Vázquez, Ángel Crespo, Romá Vallés, Albert Rafols, María Girona y la propia Teresa Jassá se afincaron en Calaceite.
En los siglos XVIII y XIX hubo una eclosión arquitectónica atribuible a la prosperidad económica vinculada al aceite y a largos periodos de paz.
El pueblo tenía cuatro puertas: Portal de la Horta,(Camino de Horta de San Joan), Portal de Maella, Portal de la balsa del Coll y Portal de la Font. Quedan en pie los dos primeros reconvertidos en capillas por añadidos posteriores, el primero dedicado a San Antonio y el segundo a la Virgen del Pilar. El de Maella está al norte de la villa, cada fachada es distinta y a sus cuatro arcos confluyen ocho calles.
Además de estas capillas debemos hacer mención a la de San Roque, situada al lado del antiguo hospital por ser este santo abogado de las enfermedades infecciosas. Su maestro picapedrero fue Pedro Pizarro. Realizó una obra renacentista de planta rectangular sobre una fuerte pendiente.
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