Urrea de Gaén
El nombre del pueblo proviene del nombre de una familia cristiana (señores de Urrea), según aparece documentado desde el siglo XII, y de Gaén (Zaén o Zahén que quiere decir emir). Fue la última aljama del Bajo Aragón.
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En la Plaza de España está el Ayuntamiento, un edificio barroco de ladrillo y la casa natal de los Laín. (Conocido es Pedro Laín Entralgo, médico como su padre, escritor y humanista, al que un monumento recuerda su trayectoria, no así la de su hermano José, interesante político y traductor de obras rusas mucho menos conocido).
Merece la pena darse un paseo por el pueblo, ir al barrio de la Muela pasando por los arcos de la Lonja, ver las dos capillas-arco, la de San Roque, coronada por un cimborrio octogonal en el camino de Lécera a Alcañiz y la de La Virgen de Arcos (con arco de medio punto por un lado y escarzano por otro). Estas capillas del siglo XVIII, abiertas, tenían una doble función, eran las puertas de acceso a la villa y alojaban a los santos locales, protectores del pueblo.
La iglesia de San Pedro Mártir es otro de los ejemplos del mecenazgo de los duques de Híjar en el siglo XVIII. Es un templo barroco clasicista diseñado por Agustín Sanz y tiene una sugerente planta elíptica a la que se añaden dos tramos a los pies, a modo de pórtico y la cabecera rectangular. El espacio central se cubre con bóveda elíptica de gajos, sin tambor, en la que se abren vanos circulares.
La solución espacial de planta centralizada oval permite crear un espacio diáfano, unitario y envolvente, de gran luminosidad y abarcable en un único golpe de vista. Este tipo de espacio propugnado por los ilustrados, se refleja en el exterior en el gran volumen octogonal del tambor de la cúpula, caracterizado por su pureza geométrica.
La pared del ábside posee una pintura mural de la artista olietina.
La fachada, sobria, clasicista, rematada en frontón triangular y flanqueada por la torre campanario de chapitel de ladrillo bulboso, adopta curiosos encuadres según por donde se entre a la plaza, en la que también permanecen los restos del horno de pan.
Agustín Sanz (Zaragoza 1724-1801) fue el mejor arquitecto aragonés de la ilustración. Discípulo de Julián Yarza Ceballos y Ventura Rodríguez, pasó del barroco tradicional a una estética clasicista o académica de raíz italiana. Académico de mérito de la Real Academia de San Fernando de Madrid, entre 1765 y 1801 fue el arquitecto de referencia en Aragón del IX Duque de Híjar, Pedro de Alcántara de Silva Fernández de Híjar y Abarca de Bolea (1741-1808), siendo también el autor de las iglesias parroquiales de Vinaceite y Épila, la Colegiata de Sariñena o el Cuartel de Convalecientes de Zaragoza.
Sobre dos pequeños cerros vecinos se alzan las ermitas del Calvario y Santa Bárbara, ofreciendo buenas perspectivas del caserío y la vega, donde se recogen las cañas que una vez trabajadas parten hacia el extranjero para ser usadas en instrumentos musicales.
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