1919-1929-1939. Crisis de la democracia.
Queríamos ofrecer, en palabras de Gustavo Alares “una herramienta modesta pero poderosa: el conocimiento de la historia; una conciencia histórica crítica y cívica como instrumento imprescindible para eludir las tragedias del pasado y los caminos torcidos de la historia”.

2019 es un año de celebraciones: Centenario de la finalización de la Gran Guerra, firma del tratado de Versalles y creación de la Sociedad de Naciones; noventa aniversario de la Crisis económica de 1929; ochenta aniversario de la finalización de la Guerra Civil y comienzo de la II Guerra Mundial , además del Centenario de la Bauhaus.
Se organizaron una exposición, un ciclo de cine y tres charlas.
La exposición gráfica 100 años de la Bauhaus (1919-2019), realizada por Cristina Alquézar y Roberto Morote, es un recorrido por el legado pedagógico, estético y material de esta escuela artística, la más importante del siglo XX, eminentemente práctica, fuera de convencionalismos academicistas, con maestros procedentes de las vanguardias de la época de entreguerras. Productividad y sintonía entre los objetos son la base de la estética moderna, con un diseño gráfico peculiar. Para la Bauhaus el edificio es la máxima expresión de todos los ámbitos de la vida y por ello la creación que incluía todas las demás para satisfacer las necesidades de la persona.
La UNESCO declaró sus obras Patrimonio de la Humanidad en 1996. Su legado se encuentra en varios países, donde muchos de los integrantes de la escuela emigraron como refugiados perseguidos por los nazis.
La exposición se completó con un folleto explicativo.
El ciclo de cine ilustró los distintos momentos estudiados en las Jornadas con las películas: El huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman (1977); La caída de los dioses, de Luchino Visconti (1969); Cabaret, de Bob Fosse (1972) y Una jornada particular, de Ettore Scola (1977).
La primera charla, impartida por Javier Alquézar el 12 de noviembre: De mal en peor. Las relaciones internacionales entre las dos guerras mundiales, permitió acercarnos al mapa de Europa en la posguerra (1919-1925). La conciencia del desastre (12 millones de muertos, viudas, huérfanos, mutilados…) y la pérdida de la confianza en el mundo feliz y de progreso y sus instituciones liberales, junto con el establecimiento de un nuevo orden internacional de más colaboración y equilibrio, con tratados de paz y la creación de la Sociedad de Naciones, era un proyecto ilusionante.
Sin embargo, las dificultades para la paz fueron muchas: crisis demográfica, económica y moral; condiciones desorbitadas del Tratado de Versalles, imposibilitando la recuperación alemana con lo que supuso de desequilibrio para Europa; el nacionalismo complica más las reivindicaciones de estados que no se consideraban bien tratados; se había fomentado el nacionalismo árabe para combatir a los turcos y a la vez había acuerdos secretos de reparto del territorio triunfando los intereses de las potencias ganadoras de la guerra; quedó el miedo a la expansión del comunismo, aislando y desoyendo a la Unión Soviética; es un laboratorio de confrontación de clases sociales y hay una tendencia hacia el autoritarismo, la Europa de las dictaduras, los salvadores de la patria.
Los años de concordia y la recuperación económica (1925-1929) permitieron generar una atmósfera positiva, con el “Espíritu de Locarno”: hay un compromiso de desestimar la guerra como forma de dirimir las diferencias; se reconoce el tratado de Versalles, acercamiento Francia-Alemania (que entra en la Sociedad de Naciones) y supone lograr un equilibrio, recuperar las esperanzas. Hay un gobierno de coalición en Alemania, una rectificación financiera y planes que favorecen la recomposición alemana.
Sin embargo, la depresión económica (crisis de Wall Street) acaba con ese espíritu y la quiebra de la solidaridad internacional (1929-1933) hace que haya unilateralidad en las salidas, autarquía y repliegue hacia los imperios coloniales. La conferencia de Londres de 1932-33, económica y de desarme, no consigue sus objetivos ya que Hitler rearma Alemania y corta con la Sociedad de Naciones; en Japón se instaura el militarismo: ocupa Manchuria y agrede a China.
Se da al traste con los sueños de paz, terminando con la ruptura del sistema de Versalles (1933-1936). Hay contacto Hitler-Mussolini; en el Plebiscito del Sarre se abandona la Sociedad de Naciones; se aprueba el Servicio Militar Obligatorio y se amplía la Wehrmacht; hay reacciones a la alianza francosoviética y checo-soviética; Italia invade Etiopía; comienza la Guerra de España y ofrecen su ayuda Alemania e Italia, frente a la política de no intervención de las democracias occidentales, lo que supone una puñalada a la joven República española y se da el pacto antikomintern.
El periodo 1936-1939 es un paso hacia la guerra: Remilitarización de Renania (1936), “Memorándum Hossbach” (1937) en el que Hitler recurre a los generales y plantea incorporar Austria y Checoslovaquia al III Reicht; anexión de Austria y los Sudetes. La Conferencia de Munich cuando las potencias ven que todo va fatal, sin contar con Checoslovaquia ni la Unión Soviética, es un desastre y Hitler entra en Checoslovaquia desmembrándola.
Una serie de acontecimientos en 1939: la cesión de Memel por Lituania, el acuerdo germano-rumano (país petrolífero), el fin de la guerra de España, la invasión de Albania por Italia; el tratado de no agresión germano-soviético con un pacto secreto que supone el reparto de Polonia y la invasión de Polonia. Francia e Inglaterra intervienen tarde; hay una polarización social entre extremas derechas, fascistas, y aspiraciones de revolución imitando la Unión Soviética. Se consolidan los regímenes fascistas y el orden del terror y comienza la II Guerra.
Javier terminó su charla con este texto de Margaret MacMillan (Advertencias desde Versalles):
Un siglo después han aparecido vectores similares -un nacionalismo étnico resentido, la erosión de las reglas y cooperación internacionales- y los líderes autoritarios que los controlan se muestran dispuestos a hacer uso de ellos. El pasado es un maestro imperfecto y los mensajes que nos hace llegar son a menudo crípticos y ambiguos. No debemos, sin embargo, dejar de buscar en ellos orientación y advertencia.
La segunda charla, El catastrófico periodo de entreguerras: crisis económica y polarización política, corrió a cargo de Luis Germán Zubero, el 19 de noviembre.
La etapa más complicada que ha vivido el mundo durante el siglo XX, el siglo de los mayores progresos de la humanidad desde el punto de vista tecnológico y de las mayores tragedias: dos guerras mundiales acompañadas de dos décadas –del 19 al 39- vinculadas en medio, el año 29 a la más grave crisis económica internacional que ha vivido el mundo, una crisis que estuvo a punto de desmontar la economía y el sistema capitalista.
El periodo a analizar tiene su arranque en las consecuencias de la I Guerra Mundial que supuso la transformación del mapa europeo con la aparición de nuevos estados. Por otro lado las pérdidas humanas fueron brutales ya que hubo unos 12 millones de muertos, sin contar los caídos en Rusia. En este escenario surgen los componentes de un nuevo mapa económico mundial. Hasta ahora Europa había sido una potencia a nivel mundial, generaba grandes beneficios que le permitía invertir en otros territorios y Alemania formaba parte de este sistema. Al acabar la guerra, este país se hunde y Europa pierde protagonismo. Este vacío es ocupado por Estados Unidos que sale del conflicto reforzado, tomando las riendas económicas del mundo pero no las políticas.
Por otro lado Rusia, que salió de la Gran Guerra en 1917 estaba practicando una economía alternativa al capitalismo y Japón en oriente va tomando protagonismo frente a China.
El desajuste financiero fue otro factor de desequilibrio de la economía. Antes de la I Guerra Mundial los países dependían del patrón oro. El tratado de Versalles expuso en sus condiciones que los perdedores debían pagar en líquido sus deudas a los vencedores. Se abandonó el patrón oro y se dio una superinflación que afectó básicamente a Alemania donde el dinero perdió casi por completo su valor.
En este contexto explotó la burbuja bursátil de 1929. Parecía que el crecimiento no tenía límites. Las ganancias ya no se podían invertir, añadiendo más leña al fuego el desmesurado crecimiento inmobiliario que ya no absorbía la población.
Cuando se da el crack del 29, Estados Unidos se había convertido en una pieza clave de todas las economías mundiales. Ante esta situación repatrió todos sus capitales e impuso aranceles a productos extranjeros. Europa hizo lo propio, cerró fronteras, estableció el proteccionismo y creó áreas comerciales pequeñas.
Esta crisis tuvo unas claras consecuencias sobre el sistema liberal. Se demostró que no existe la mano invisible, que el mercado no se autorregula y que no responde a los problemas graves de la sociedad. Las consecuencias de la crisis del 29 no se harán esperar. La polarización ideológica provocó el surgimiento de los fascismos por un lado y la fuerza de los sindicatos y de los movimientos obreros por otro.
En EEUU Roosevelt impondrá el New Deal en 1938 que supuso la intervención del estado y la creación de los subsidios de desempleo y por otro lado la Ley Wagner que impulsó el protagonismo de sindicatos y empresarios en la economía estatal.
En Europa cada país tomó sus decisiones. Inglaterra devaluó la moneda; Alemania, machacada por el tratado de Versalles, vio como sus habitantes caían en el paro y su moneda no pagaba los bienes de consumo. Además la república de Weimar se mostró débil dejando paso al nazismo que provocó una reanimación de la economía al estimular la industria armamentística.
En el este de Europa surgirán muchos dictadores. Solo la URSS vio como la crisis pasaba de largo, la planificación del estado provocó un gran crecimiento en todos los sectores económicos sobre todo en el industrial, obviando la producción de bienes de consumo. Y finalmente en el sur de Europa, países como España o Italia tuvieron también sus regímenes fascistas, que en el caso de nuestro país duró 40 años.
En la tercera charla, 1939: el año del fascismo, Gustavo Alares analizó los fascismos como fenómeno transnacional, una epidemia que alcanzó el tuétano de la sociedad, Europa encaminada a la barbarie del fascismo. Su ideología seduce a millares de almas, induce a distintos sectores a transitar las violencias más sangrientas en busca de un orden social racialmente purificado. La Europa de entreguerras se devora a sí misma.
Planteó los elementos característicos del fascismo:
- Capacidad de transmitir certezas, soluciones identitarias emocionales y simples frente a los miedos y las inseguridades.
- Ultranacionalismo que encuentra enemigos en el exterior y el interior. Alemania, humillada por Versalles, encuentra enemigos exteriores como Francia, pero también interiores como socialistas, comunistas y librepensadores que disgregan la nación, homosexuales, judíos. Frente a esos enemigos, una nación, una lengua, una raza, un führer, y tradiciones ancestrales.
- Racismo y antisemitismo: la doctrina del espacio vital se justifica para proteger a los alemanes étnicos que viven fuera de sus fronteras. La Alemania nazi se expande de forma violenta hacia el este y en sus mentes se construye un mundo idílico esclavizando o exterminando a los “no arios”… para nazis convencidos y alemanes desesperados, resulta interesante esta nación excluyente que expulsa a los ajenos (algunos de ellos llamados subhumanos como gitanos, polacos, rusos, serbios y judíos). El nazismo los señala, difunde prejuicios y falsedades, realiza hostigamiento verbal y físico, son el chivo expiatorio de los males de la patria. Y no se queda solo en discursos, se lleva a la práctica: el holocausto, la solución final, el exterminio.
- Estado totalitario, con supremacía sobre la sociedad y el individuo.
- Virilidad violenta en un modelo patriarcal de sociedad y familia donde la mujer solo tiene la función procreadora, depositaria de la descendencia aria y el modelo de hombre es el guerrero. Se refleja tanto en los discursos como en la acción política, la violencia es inherente.
- Culto a la personalidad del líder (Duce, Führer, Caudillo). El líder es todo y hace todo: experto militar, hábil político, hombre de acción, intelectual, padre amoroso de la patria.
- Religión política: El líder es la propia patria, el compendio de sus valores, el guía carismático, mesiánico, salvador de la nación y así se representa.
- Reactualización del pasado y creación de un presente perpetuo. En Italia la Roma imperial, en Alemania la orden teutónica, en España Pelayo, la reconquista, los Reyes Católicos, las cruzadas…se construyen relatos históricos del pasado a favor del franquismo por parte de historiadores, intelectuales, investigadores y funcionarios. Nacionalismo trascendente para remisión de las miserias actuales.
- Uso de la propaganda como emoción colectiva, manipulando, el objetivo es legitimar el poder y seducir a las masas, generando experiencias comunes, trascendentes, éxtasis colectivo, logrando la unidad irracional de la masa.
Todo ello supone una revolución antropológica, se quiere transformar la sociedad.
La apoyaron filiaciones interesadas (por ejemplo latifundistas), fanáticos creyentes, indiferentes y masas asustadas que miraron para otro lado o intentaron sobrevivir.
En un mundo plagado de inseguridades y miedos, con una dura situación económica que supone la caída en el escalafón social, cuestionando la supervivencia de la nación, con una revolución rusa que altera la propiedad, vanguardias que quieren cambiar costumbres y mujeres que cuestionan la autoridad, los fascismos se plantean como garantes de la seguridad, la identidad y la pertenencia, con binomios excluyentes; es el triunfo del fascismo en democracias débiles y cuestionadas, en los que la izquierda está desunida y enfrentada.
La violencia fascista, considerada como estado natural del ser, inherente al fascismo, consigue el triunfo, con la connivencia de la policía y el ejército, y se fragua la eliminación del disidente, con la impunidad y connivencia de la derecha conservadora, los grandes grupos industriales y la connivencia internacional. Es la puerta abierta a los infiernos, el fin de la esperanza.
Para terminar Gustavo hizo una referencia a España: La República española es la gran damnificada al recibir los sublevados el apoyo nazi y fascista italiano mientras que los aliados no apoyan, llegando a pensar Negrín en el 38 que solo una guerra europea podría ayudar al triunfo de la República.
Y en España se instaura una dictadura fascistizada, compuesta por falangistas con capacidad militarizadora y conexiones internacionales, carlistas y nacional-católicos, la derecha conservadora que abandona la democracia. Con sus peculiaridades y consensos de nacionalismo españolista, se comparte un denominador común, el régimen franquista y su dictador, pero después de 1945 España es una anomalía por su duración y la sombra del pasado aún nos oscurece.
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